¡Qué hermoso deporte!
Que comience el juego para salir de casa y llegar al médico
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Señoras y señores, sean muy bienvenidos a un nuevo partido de este maravilloso deporte de salir de casa con niños pequeños. En la contienda de hoy, Madre y Padre se enfrentan al Gran S y a G, dos purretes de tan solo siete y dos años que vienen demostrando su capacidad de retórica y negociación en cada encuentro de esta temporada. ¡Cuánto talento, señores! ¡Cuánto talento!
La visita al pediatra es inminente y el reloj no perdona. Madre hace la señal de la cruz, recita una plegaria a los seres supremos y entra al campo de batalla. Da el grito de guerra: “¡A bañarse!” y así arranca un nuevo partido. Madre busca la ropa limpia, la deja preparada en el cuarto y sale disparada a la caza de G que todavía no fue para el baño. Se ven, se miden, calculan la distancia entre uno y otro, y en una muestra de destreza propia de quien todavía tiene un cuerpo flexible y pequeño, G se mete en el hueco entre el sofá y la pared dejando a Madre totalmente fuera de juego. ¡Punto para el equipo purrete!
Pero esperen un minuto. Ya se lo escucha, ya se lo siente cada vez más cerca. Padre se avecina y con la astucia de quien ya lo ha visto todo, mueve el pesado mueble abriendo espacio para que Madre, en un rápido y efectivo movimiento levante a G, lo meta bajo su brazo derecho y salga disparada al baño. Esquiva un autito en el pasillo, deja al Gran S en el camino y de pasada agarra la toalla que se había olvidado colgada en la silla. Abre la canilla de la ducha, regula la temperatura, desviste a un G combativo, que busca de todas las formas posibles escapar del agarre sub-sobacal de Madre al tiempo que grita desaforadamente para que su hermano mayor acuda al rescate, y finalmente sumerge a G quien de inmediato para de luchar y se entrega al agua calentita. ¡Anota el equipo Mapadres!
A ver, a ver. Nos avisan del campo de juego que no lo ven bien a Padre. Tiene una mano en la lumbar y con la otra se empuja contra la pared para intentar levantarse. ¡Qué dolor! Ese quejido y el exabrupto se escucharon hasta en Luján. Madre se asoma desde el baño para ver qué pasa… Padre hace señal de que está bien. Se puede mover. De a poco se incorpora y retoma la acción en este acalorado encuentro.
El marcador está empatado 1-1. Ya con G en la ducha, llega el momento de que el Gran S entre en acción. Padre le pide amablemente que vaya eligiéndose la ropa limpia para ir a bañarse después de G. El Gran S no lo duda y al instante retruca argumentando que ya se bañó ayer. Padre responde que hay que bañarse todos los días. S responde diciendo que hoy no corrió y que al hacer frío no transpiró y que ni loco se baña. ¡Qué nervios, señoras y señores! Se puede sentir la tensión en el aire. Se puede ver esa vena en el cuello de Padre mientras se hincha y se deshincha. Se nota cómo ese hombre cuenta mentalmente hasta mil antes de responder. ¡Qué pasará, qué pasará!
“Pasale una toallita húmeda que se nos hace tarde, total hoy hace frío y no transpiró” grita Madre mientras sale del baño con un G lloroso porque quería seguir en la ducha. Padre se da por vencido no sin antes lanzar una mirada karateka a su compañera de equipo por hacerlo perder esa jugada. ¡Punto para los purretes!
En una muestra de destreza nunca antes vista, Madre logra vestir a un G más movedizo que cocodrilo hambriento atacando a su presa y Padre termina de ayudar a S que no encontraba las zapatillas. ¡Punto para el equipo Mapadres!
El Gran S y G ya están listos. Madre termina de armar la mochila con los pañales, el cambiador, las toallitas húmedas, la ropa extra, las bananas, el agua, las libretas de vacunas y la View Master (*). Padre cierra la llave de gas, la puerta del fondo y agarra la Sube. Madre recuerda que desde antes de empezar el juego tiene que ir al baño y el equipo purrete aprovecha esta distracción para meter diez peluches en la mochila (claro que como no entraban sacaron cosas para hacer espacio).
Y así señoras y señores, con el marcador igualado entre Mapadres y Purretes, termina el primer tiempo de esta excitante contienda y llegamos al entretiempo.
(*) Si no creciste en los años ‘90, no sabés lo que te perdiste.

Me encantó la versión relatada!!!! Ayyy cómo me hiciste reír, grosa!